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El Estado se pone iracundo sobre la competencia del mar, pero luego no invierte en su protección

“El mar de Canarias anda mal”, asegura el catedrático de Biología Marina de la Universidad de La Laguna, Alberto Brito, quien alerta sobre la falta de conciencia ambiental en relación a la conservación de nuestro océano más cercano, a propósito del Día Mundial del Medio Ambiente, el próximo domingo, 5 de junio.

El catedrático expone, con motivo de este día tan señalado y refiriéndose al estado de nuestras aguas y su biodiversidad, algunos de los problemas que considera que “deben ser estudiados y valorados para poner las medidas correctoras oportunas”, tras lamentar que “el Estado es muy iracundo en la defensa de la competencia sobre el mar de Canarias, pero después no invierte ni en su protección ni en su conservación”. “Pero tampoco las administraciones canarias ponen los medios adecuados para ello”, valora, ya que recuerda que, aprobado el fondo europeo marítimo y el pesquero (FEMP), que contiene una importante financiación para estudios de la biodiversidad, a Canarias se le ha excluido vergonzosamente de la posibilidad de mejorar y revertir la situación”. Una consecuencia, añade, “de querer excluir de las administraciones canarias la profesión de biólogo”.

A juicio del especialista en Biología Marina, el declive de la conservación de la biodiversidad en nuestras aguas “viene inducido por el principal problema que tenemos en Canarias: la sobrepesca. La sobrepesca puede decirse rotundamente que es el  mayor factor de degradación y transformación del medio marino. Ni siquiera la contaminación local podría considerarse como un factor importante de desequilibrio en relación a los cambios que está provocando  la sobrepesca”, asegura.

Según explica, la pesca recreativa ha crecido muchísimo  y la artesanal ha disminuido. “La paradoja es que la artesanal se ha regulado mucho y la deportiva escasamente.  Para hacerse una idea, las cifras oficiales de licencias para la isla de Tenerife rondan los 550 pescadores artesanales y los 35.000 deportivos. Pero es un sistema que no funciona porque no existe vigilancia, ni siquiera para la lapa majorera que tiene ahora mismo la mejor regulación legal”.

La sobrepesca, insiste, no sólo tiene efecto sobre los organismos, como los peces que se capturan, sino que tiene efectos indirectos sobre el ecosistema, porque desequilibra la cascada o cadena trófica. “Cuando se esquilma una especie, particularmente los depredadores, otras dominan y se acaba desequilibrando todo el ecosistema y empobreciéndolo en su conjunto”.
Otro problema es que “nuestros espacios protegidos en el mar declarados  ZEC (Zona de Especial Conservación) de la Directiva europea no están bien diseñados”, advierte el catedrático de la ULL.  “Todo el mundo sabe que el cambio climático o cambio global  es una fuerza importante de transformación de la biodiversidad. Por ello es muy importante que nuestros espacios naturales y sus zonas de conservación se planteen de manera correcta y se diseñen bien para adaptarse a estos cambios”.  Y explica que, “actualmente, reservas marinas, como la de El Hierro, cumplen los requisitos. Sin embargo, en los espacios ZEC, no existe  vigilancia ni ningún tipo de control ni zonas de conservación integrales. Estos espacios no tienen ningún planteamiento de regulación de la actividad pesquera y, por supuesto, carecen de zonificación”.

A su juicio, el único espacio de tipo ZEC que se está diseñando  con buen criterio, a día de hoy en Canarias, con “un planteamiento de gestión integral”, es el de la zona  oriental de  Lanzarote y Fuerteventura, que incluye los bancos del Banquete y Amanay.

“Es un espacio de conservación integral, que incluye muy diversos hábitat y especies en un área extensa sectorizada, es decir, que no está pensado para conservar sólo a los cetáceos, a las fanerógamas o las tortugas en concreto, sino que existe un planteamiento de conservación integral del ecosistema. Hay que pensar que en el mar los flujos son continuos: hay flujos de nutrientes y diásporas, desplazamiento y migración de especies; con frecuencia  los animales crían en un hábitat y después se van a otros. Sin embargo, la actual  estrategia  de espacios de la directiva europea, que protege especies y hábitat concretos, crea una discontinuidad que no permite conservar un ecosistema globalmente.

Por tanto, aboga por “diseñar espacios integrales en lo que esté todo bien ordenados los usos, una idea científicamente más correcta y que se ha demostrado más eficiente, productiva y sostenible”.  Actualmente, señala, zonas de protección como la del sur de Tenerife, o los cebadales de Fuerteventura “no son buenos sistemas de conservación marino, porque no plantean un sistema de gestión integral”.

Y prosigue en cuanto a los problemas de nuestro mar que,  “si ponemos en contexto lo dicho anteriormente y valoramos la sinergia entre las fuerzas transformadoras locales en nuestros mares con el cambio climático, el problema se agrava, pues está aumentando la temperatura y el nivel,  a la par que el “pH” está disminuyendo debido al aumento de la absorción de CO2, dificultando, como primera consecuencia, la formación del esqueleto en los organismos con estructura calcárea”.

Tropicalización e introducción de especies

Además, como consecuencia del cambio climático y del aumento de la temperatura, se ha favorecido la llegada de organismos tropicales con mayor frecuencia,  algunos por sus propios medios de dispersión, pero otros a consecuencia de las actividades humanas. “Por ejemplo, el coral de fuego ha llegado al archipiélago transportado entre la fauna incrustada en  los barcos. Las plataformas petrolíferas navegan más lentas que otras embarcaciones y aportan nuevos  peces tropicales  y algunos corales que podrían competir con nuestra biota”. Y si bien admite que ésta es una actividad que genera mucho dinero y puestos de trabajo para Canarias, “lo cual genera la discusión entre el coste-beneficio ambiental y la repercusión social y económica”, dice que sería necesario que se tomaran las debidas medidas correctoras para mitigar este proceso”.

En cuanto a la contaminación del mar, considera que no es un problema generalizado, “sino focos concretos que hay que corregir pronto”. Sin embargo, destaca que la de los plásticos “sí que es importante y global, porque es una contaminación que viaja,  que  se sale de lo local y se extiende por el mundo”. Hay que tener en cuenta, además, que debido a la degradación en el mar, se convierten en microplásticos, lo cual facilita que se incorporen a nuestro organismo a través de la cadena de alimentación de las distintas especies marinas.