Ya no se trata de una preocupación más o menos fundamentada, sino de una verdadera alarma sin paliativos. Las invasiones biológicas protagonizadas por todo tipo de plantas, animales y microorganismos son una amenaza gravísima para la salud humana, la economía y el medio ambiente. Esto se ha puesto de manifiesto recientemente con la llegada de la bacteria patógena Xylella fastidiosa, que ataca y destruye olivos, cítricos, cerezos, almendros, vid, etc. así como plantas ornamentales y forestales. En territorio europeo se detectó en octubre de 2013, en el sur de Italia, y por esta causa ya se han eliminado millones de olivos. Ya está confirmada su presencia en las Islas Baleares, lo que demuestra su potencial de dispersión gracias al transporte humano, y pone a prueba la capacidad de respuesta de la Administración.
Es necesario adoptar un cambio en la forma y en el fondo de los protocolos, controles y vigilancia de las especies invasoras. La inoperancia actual, derivada de la tendencia a la fragmentación de competencias e intereses (sector agrícola, ganadero, forestal, minero, caza, pesquero, etc.), conduce a compartimentar las decisiones técnicas en sectores profesionales cada vez más especializados. Se olvida así la necesaria (e inevitable) integración de la sociedad y sus agentes económicos con el medio natural del que dependen como soporte de la vida.
Debemos modificar esta predisposición y aplicar políticas preventivas basadas en el conocimiento de las especies y subespecies con capacidad para convertirse en invasoras: hay que recurrir a los controles en origen, en lugar de intentar atajar sus consecuencias. En efecto, cuando una nueva plaga está fuera de control, acarrea ingentes pérdidas económicas que tienen muy difícil solución. Se impone un enfoque profesional integrador, basado en lo que actualmente se denomina biología de las invasiones.
Este enfoque es una necesidad urgente. Como ejemplo, consideremos la necesidad de cambio en la primera línea de defensa ante las especies invasoras: los Puestos de Inspección Fronterizos, donde se regulan los requisitos de importación de las especies que no están reguladas por la normativa de la Unión Europea. Se necesitan allí procedimientos con una regulación independiente y su control por profesionales con conocimientos profundos de los equilibrios ecológicos y del medio natural.
Otro caso relevante es el debate recientemente surgido, incluso con manifestaciones multitudinarias en contra de la legislación que protege nuestra biodiversidad, sobre la regulación que establece el catálogo español de especies exóticas invasoras (Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto). El conflicto viene de una sentencia del Tribunal Supremo (STS 637/16) que afecta a algunas especies de interés cinegético y piscícola, como son: Oncorhynchus mykiss (trucha arco iris), Cyprinus carpio (carpa), Salvelinus fontinalis (salvelino), Micropterus salmoides (perca americana) y Ammotragus lervia (arruí). El problema es que estas especies, todas ellas con un enorme impacto negativo sobre los ecosistemas autóctonos, dejen de tratarse como casos de invasiones biológicas. Esto sería un contrasentido, pues el coste ambiental para todos es desmesuradamente mayor que los beneficios para actividades concretas de caza y pesca.
Y un tercer ejemplo resulta de la tendenciosa trasposición de la Directiva 2009/128/CE, de 21 de octubre, por el Real Decreto 1311/2012, de 14 de septiembre, en el que dispone la habilitación de ciertas
profesiones para la actividad de “asesor en gestión integrada de plagas”. El objeto de la norma europea no se encaminaba a primar a los profesionales anclados en la legislación sectorial (agrícola, montes, forestal), que en parte han sido los responsables históricos de instaurar la visión sesgada de separación entre el medio natural y las actividades económicas; al contrario, el objetivo debe ser el control de los riesgos de contaminantes como los plaguicidas en el medio ambiente, para desarrollar un nuevo escenario de integración con los ecosistemas.
Como colectivo profesional al servicio de la sociedad, creemos que es urgente acometer la necesaria reforma del tratamiento y gestión de especies susceptibles de generar invasiones biológicas. Para ello hay que instaurar un enfoque profesional basado en políticas preventivas y controles biológicos de la introducción y propagación de organismos con potencialidad invasora. Más allá de los controles sanitarios de vegetales y animales ya afectados por plagas y enfermedades, es imperativo atacar el problema desde el mejor conocimiento científico, pues sólo así se dará una respuesta rápida y eficaz a un problema desbocado y de costes inaceptables.
Comisión de Medio Ambiente